lunes, 25 de junio de 2007

Líbano y 11M: se les ve el plumero

El iluminado de la pá envía soldados españoles a cada rincón del mundo, pero ni siquiera les dota de inhibidores de unos 1000€ cada uno.

Mientras en el 11M la Versión Oficial Conspiranoica evoluciona del "Goma 2 ECO y vale ya!!" al "da igual lo que explotara", al ministro de Defensa del Nuevo Régimen se le escapa algo coherente que, lógicamente, les deja en evidencia:

"Nuestros servicios de inteligencia y técnicos de explosivos del Ejercito están trabajando para intentar averiguar la autoría del atentado analizando el explosivo, los restos que se dejan en el lugar en un atentado de estas características".

Parece que el arma del crimen es imprescindible para encontrar al asesino, ¿verdad señor Alonso?. Mi enhorabuena por la inesperada recuperación de la cordura, aunque haya sido simplemente un lapsus; eso sí, analicen los restos del vehículo lo antes posible no vaya a ser que a alguien le dé por seguir el método empleado con los trenes del 11M, y lo desguacen todo en dos días...

El ministro español de Defensa afirmó hoy que el coche bomba contenía 50 kilos de explosivos y admitió que el vehículo blindado BMR español en el que viajaban las víctimas no llevaba inhibidores de frecuencia. Fuentes de esta primera investigación han explicado a City Fm que eso no es cierto, "la cantidad de explosivo que creemos que ha sido usado supera los 50 kilos. Con la carga que dice el ministro Alonso hubiera sido imposible que todo el morro del blindado haya desaparecido. No hay nada absolutamente. No queda nada del morro y eso no lo provoca 50 kilos de explosivos". Según estas fuentes, el vehículo usado fue una Renault Express con placas de matrícula falsas que pudo estar cargada con unos 200 kilos de Anfoal (Nitrato Amónico y Gasoil) y un reforzador que podría ser el TNT. Sin embargo, informes de los técnicos de la ONU y del Ejército libanés señalan que los primeros "análisis meticulosos" indican que los terroristas utilizaron setenta kilos de explosivo plástico C4, equivalente a 300 ó 350 kilos de TNT.

Sobre las medidas de protección en los vehículos Blindados Medios de Ruedas de la Brigada española desplegada en el Líbano, Alonso admitió que no llevan inhibidores, pues según le informó el jefe del Estado Mayor de la Defensa español no existía un riesgo de ataque de este tipo, frente a lo que ocurre en Afganistán. Algo que no es cierto, pues el CNI había mandado un informe avisando de futuros ataques a las tropas españolas. Los miembros del Centro Nacional de Inteligencia están sumamente enfadados, por no decir otra palabra, con el ministerio de Defensa, "Nos jugamos la vida recabando información y después se pasan los informes por los forros. Si hubieran tenido en cuenta lo que habíamos avisado, los inhibidores habrían llegado a tiempo y seis compatriotas nuestros estarían vivos".

Pero tranquilos, que aquí no pasa nada: todo se ha hecho con muy buena -y socialista- intención. A ver si alguno se va a despistar por no ver suficientemente la tele...

domingo, 17 de junio de 2007

El Proceso: avisados quedais...

Cuando en agosto de 2002 el Gobierno de José María Aznar planteó la ilegalización de Batasuna, muchos agoreros anunciaron que la respuesta iba a ser terrible. Pero lo cierto es que no pasó nada: Batasuna fue expulsada de las instituciones municipales, perdiendo el acceso a la financiación y la capacidad de coacción sobre muchos ciudadanos vascos.

El atentado del 11-S en Nueva York ya había colocado, además, a la banda asesina en una mala posición, al situar a todas las organizaciones terroristas, ETA incluida, en el limbo de los proscritos. Poco a poco, el aislamiento de ese mundo etarra fue siendo cada vez más profundo. Además, ese acoso político se complementó con la intensificación del acoso policial, hasta llegar a un punto donde una ETA deslegitimada, infiltrada, privada de cobertura política y económicamente asfixiada fue incapaz de cometer ningún asesinato en el último año de la segunda legislatura Aznar. El terrorismo etarra se encaminaba a la extinción.

Ayer, los proetarras volvieron a las instituciones de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero. Hemos retrocedido de golpe al menos cinco años en la lucha antiterrorista. Nada de lo que hemos hecho en este tiempo ha servido para nada.

Entre aquella situación, con una ETA en estado terminal, y esta nueva situación, con una ETA triunfante, el 11-M se alza como un punto de inflexión que marca el instante de inversión de posiciones.

Para entender por qué sucedió el 11-M y quién fue el que ordenó la masacre, hagámonos una pregunta: en caso de que una nueva legislatura del PP, con Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno y la sombra de Aznar en retaguardia, hubiera ratificado la política antiterrorista y logrado la rendición o desaparición definitiva de ETA, ¿quiénes se hubieran visto arrastrados por la muerte de la banda?

Lo pregunto de otro modo: ¿quiénes necesitaban que ETA reviviera para poder continuar adelante con sus proyectos, o simplemente para continuar subsistiendo? ¿A quién le hacía falta una ETA fuerte, una ETA rearmada, una ETA de nuevo presente en las instituciones?

Demostrada la falsificación y destrucción de pruebas en todo lo que respecta a la investigación de los atentados, demostrada por tanto la falsedad de la trama islámica con la que se quiso encubrir a los verdaderos autores de la matanza, las dos únicas hipótesis verosímiles que existen tienen mucho que ver con esa pregunta que hacemos.

¿Fue el 11-M obra de una ETA que conoce a la perfección las debilidades y contradicciones de la clase política española, de una ETA que habría puesto 200 muertos sobre la mesa para forzar al PSOE y a los partidos nacionalistas a fundirse con ella en un abrazo mortal, que sólo puede acabar con la salvación o la condena conjuntas?

¿O fue el 11-M, por el contrario, obra de quienes necesitan a una ETA fuerte para mantener el status quo, para manejar el presupuesto público o para conseguir sus objetivos últimos en el terreno político? ¿Era necesario, por ejemplo, revivir a ETA para tener un arma de negociación (la entrega de las armas) con la que poder imponer a la sociedad española el desbordamiento de la Constitución y la centrifugación definitiva del Estado?

He dicho muchas veces que ojalá que el 11-M lo hubiera cometido ETA, porque ésa sería la solución menos mala. Desgraciadamente, cada vez veo menos posibilidades de que sea así. Las campañas de agitación previas al 11-M, las operaciones de intoxicación a medios de comunicación puestas en marcha antes del 11-M desde nuestros propios servicios del Estado, el asesinato de los agentes del CNI en Irak meses antes del 11-M (que probablemente se usó para garantizarse la "neutralidad" del sector del CNI más próximo a las tesis del gobierno del PP) y las negociaciones previas al 11-M entre ETA/Batasuna y diversos grupos políticos apuntan a una operación largamente meditada, bien planificada y que, desde luego, no podía ser llevada a cabo por esa ETA que se encontraba en estado terminal.

¿Era necesaria una ETA capaz de negociar la entrega de las armas para poder abordar la segunda transición y dotarla de legitimidad? ¿Fue ésa la razón por la que sucedió el 11-M?

La pactada ruptura de la tregua de ETA no sería, desde este punto de vista, más que la constatación, por parte de quienes controlan el ritmo del proceso, de que la resistencia cívica es lo suficientemente fuerte como para no poder abordar todavía el paso final de la escenificación de entrega de las armas a cambio de la independencia de facto (aunque no de iure) del País Vasco, en la línea de lo que ha sucedido en Cataluña. Independencia de facto que llevaría aparejada, por supuesto, la anexión directa o encubierta de Navarra.

Hace falta incrementar la presión sobre la sociedad. Hace falta desactivar los movimientos cívicos. Hace falta acabar con la oposición de ciertos sectores del PP a esa segunda transición. Hace falta, en definitiva, que la sociedad perciba como inevitable ese paso último de disgregación del Estado y acallar las voces que pudieran oponerse a él. De ahí la ruptura de la tregua.

Nos encaminamos, por tanto, a una situación enormemente peligrosa, donde cualquier variante es posible, dependiendo de cuál sea la tecla que el organista decida pulsar. Resulta preocupante analizar las distintas alternativas, porque se comprende a la perfección cómo quiénes manejan el terror tienen casi todos los triunfos en la mano cuando la sociedad no está dispuesta, unánimemente, a plantarles cara. Si lo que se considera más urgente, por ejemplo, es criminalizar y neutralizar a los movimientos cívicos y al PP, ETA asesinará a un concejal socialista o nacionalista; por supuesto, la responsabilidad de esa sangre se haría recaer sobre quienes se han opuesto a la rendición ante los asesinos. Suceda lo que suceda, el control de una mayoría de medios de comunicación permite intentar modular la respuesta social de acuerdo con los intereses del "proceso". Y, de la misma manera, la presión ejercida por ETA se irá adaptando de acuerdo con la reacción de los distintos actores.

El problema, a estas alturas, es que esa labor de ingeniería social por el terror comienza a ser percibida de forma consciente por una parte cada vez mayor de ciudadanos. Y en el momento en que se hace visible esa labor, deja de ser efectiva. Los americanos tienen una frase (suspension of disbelief, suspensión de la incredulidad) para designar ese estado de ánimo que permite a los espectadores de cine sentir como verosímil una película, aún cuando en ella salgan marcianos de piel verde. El buen cine es aquél que logra esa suspensión de la incredulidad en los espectadores. Mal cine es, por el contrario, aquél que no logra que olvidemos que estamos asistiendo a una película.

Con la ingeniería social del terror pasa lo mismo. En el caso del 11-M, los golpistas perdieron la partida en el momento en que nuestra incredulidad dejó de estar suspendida. Y, en el caso de ETA, el problema fundamental es que cada vez surge más a menudo una pregunta en la mente de muchas personas: ¿es ETA la que necesita el "proceso" o es el "proceso" el que necesita a ETA?

miércoles, 13 de junio de 2007

Sin acritú

Los informes orales de las acusaciones se están convirtiendo en una especie de válvula de escape mediante la que los defensores de la versión oficial tratan de desahogar sus frustraciones disparando a todo lo que se mueve.

La Fiscalía arremete contra los medios de comunicación que hemos estado denunciando la patraña del 11-M. Habla de juicios paralelos, de ataques a la fiscal del caso, de periodistas que "no están a la altura". Yo no sé si estaremos muy a la altura (yo tiendo más bien a bajito), pero lo que sí sé es que hemos estado denunciando las mentiras defendidas por la Fiscalía mes tras mes y todo lo que hemos dicho se ha ido confirmando punto por punto.

Por ceñirnos exclusivamente al tema de los explosivos, esa Fiscalía que se permite el lujo de arremeter contra las medios de comunicación lleva tres años engañando a los españoles, diciéndoles que en los trenes estalló Goma2-ECO. Cuando nosotros denunciábamos que nos estaban mintiendo y que había gato encerrado, se nos quiso descalificar, acusándonos de sembrar sospechas infundadas. Pues bien, una semana antes de presentar sus conclusiones finales, la Fiscalía se ve forzada a cambiar su versión y ahora lo que estalló en los trenes no es Goma2-ECO (porque esa mentira ya no se puede sostener con los datos existentes) y nos dicen que lo que estalló es una mezcla de Goma2-ECO y Goma2-EC, que además se habría contaminado en el laboratorio de los Tedax (porque, sin esa contaminación, tampoco se explica la aparición de nitroglicerina). Sólo por eso, el señor Zaragoza, la señora Sánchez y el señor Bautista deberían irse a su casa sin más dilaciones. Han mentido o han sido incompetentes, y en cualquiera de los dos casos no están capacitados para dirigir una investigación criminal de esta envergadura.

Arremete también la Fiscalía contra determinadas acusaciones particulares, acusándolas de "esquizofenia procesal". El abogado de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, José María de Pablos, tuvo que poner en su sitio al señor Zaragoza, recordándole que no resulta muy elegante por parte del fiscal descalificar de esa forma a las víctimas representadas por esas acusaciones; víctimas que, en su mayoría, lo que quieren es la verdad, y no sólo indemnizaciones monetarias. Víctimas que tienen todo el derecho a preguntar lo que les plazca para averiguar quién mató a sus seres queridos o las hirió a ellas mismas. Y si al señor Zaragoza le parece mal que las víctimas pregunten, ante la manifiesta incompetencia o mala fe de la Fiscalía a la hora de perseguir la verdad, entonces es que el señor Zaragoza tiene un problema moral grave.

Las acusaciones vinculadas a la asociación que dirige Pilar Manjón, por su parte, han insistido en arremeter contra el anterior gobierno del PP con la misma cantinela gastada de la Guerra de Irak, de Bin Laden, de Aznar el lacayo de Bush y de los moros malos muy malos pero mejores en cualquier caso que los aviesos fachas del PP. Eso sí, continúan sin explicar a los españoles por qué, si el atentado fue obra de Al Qaeda, ha renunciado esa asociación a acusar al único miembro constatado de Al Qaeda que aparece en las investigaciones, que es el dueño de esa casa de Morata de Tajuña donde se montaron las bombas. Las bombas se montan, según ellos, en la casa de un miembro de Al Qaeda, pero ese miembro de Al Qaeda no tiene nada que ver con los atentados. Curioso, ¿verdad? A otro perro con el hueso de la Guerra de Irak.

Y han arremetido también esas acusaciones contra las demás acusaciones. Incluso, en un prodigio de elegancia, uno de los abogados de esa asociación se ha permitido intentar descalificar de forma bastante chabacana la labor de uno de los peritos de parte que ha trabajado en el análisis de los explosivos, perito que es, además, víctima del propio atentado. No resulta extraño ese comportamiento. Los insultos a las víctimas que no están dispuestas a comulgar con la rueda de molino de la versión oficial han sido constantes a lo largo del juicio. Incluso se han producido amenazas y agresiones a alguna de las víctimas por parte de miembros de esa asociación que dirige Pilar Manjón.

Muchos nervios, decididamente. Pero no es extraño. Resulta que los medios de comunicación que denunciamos la mentira oficial que se intentó vender a los españoles, no sólo no hemos visto refutadas nuestras tesis en el juicio, sino que todo los datos han sido corroborados por los testigos que han desfilado ante el tribunal. Yo no sé si ese tribunal se atreverá a hacer lo que debe. Desde luego, si en Estados Unidos se condenara a 28 negros por volar un tren y se aportara como pruebas una furgoneta donde aparecen unos explosivos que los perros no olieron, una mochila que nadie vio en las estaciones pero que aparece en una comisaría de policía y unos análisis en los que los componentes de dinamita aparecen y desaparecen por arte de birlibirloque, el escándalo en todo el mundo sería monumental. Todos nuestros progres oficiales se lanzarían a ganarse tertulianamente el pan hablando de guantánamos procesales, de racismo galopante, de falsos culpables y de lo malos que son Bush y, por extensión, Aznar.

Pero aquí esos mismos progres se baten el cobre para que se condene a dos decenas de moros con esas mismas pruebas sonrojantes, porque hace falta condenar a moros para demostrar que Aznar y Bush pusieron las bombas en los trenes. Y el que esos moros sean culpables o inocentes le importa un carajo a nuestros progres oficiales. ¿No necesita mártires la revolución? Pues ahorremos tiempo creándolos nosotros mismos.

Sois hipócritas. Sois fariseos. Y, lo que es peor, carecéis de cualquier escrúpulo moral. Comulgareis con ruedas de molino y haréis a quienes os siguen comulgar también con esas mismas ruedas. Y hoy defenderéis que estalló Goma2-ECO, y mañana que fue una mezcla de explosivos y pasado mañana diréis que hubo una contaminación. Y si resultara que en los trenes estalló Titadyne, pasaríais inmediatamente a defender que Al Qaeda ha usado Titadyne desde que el mundo es mundo. Porque os importan un bledo los hechos y os importa un bledo la verdad. Y lo único que necesitáis es seguir engañando un poco más a algunas víctimas y a una parte de la sociedad. Porque. si no lo hacéis, el chiringuito se desmorona.

Habéis mentido, habéis ocultado, habéis destruido todas las pruebas que pudisteis. Y, a pesar de todo ello, la investigación sigue adelante. Hemos conseguido arruinaros la farsa que queríais que este juicio fuera. Hemos conseguido haceros hablar de lo que no soportáis: los hechos. Y vamos a continuar investigando hasta saber el nombre y apellidos de cada uno de los que participaron en la masacre. Y de cada uno de los que contribuyeron a ocultar a los verdaderos autores.

Insisto: no sé qué es lo que va a hacer el tribunal. Yo supongo que hará justicia, porque está formado por tres buenos jueces, y estoy seguro de que las presiones políticas no van a surtir efecto. Confío en que el tribunal no condenará a ningún inocente, y menos si eso sirve para alejar las responsabilidades de los verdaderos culpables. Pero, si el tribunal decidiera avalar la gran farsa, tampoco me preocupa demasiado. Por mi parte, creo que algunos hemos hecho cuanto estaba en nuestra mano, poniendo sobre la mesa los datos suficientes como para que el tribunal pueda dictar esa sentencia justa que todos esperamos. A partir de ahí, que cada palo aguante su vela. Desde luego, decida lo que decida el tribunal, los medios de comunicación de siempre, ésos a los que la Fiscalía tiene tan poco cariño, vamos a seguir investigando y aportando nuevos datos. Y la verdad y los hechos son muy tozudos. Como también lo somos nosotros, ¡qué le vamos a hacer!

Está en nuestra naturaleza.